GUÍA DE PESCA: EDUARDO F. CAÑUETO (LOBO DE MAR)

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lunes, 28 de octubre de 2013

EL PESCADOR DEPORTIVO Y SU SINGULAR FORMA DE PERCEPCIÓN, por Eduardo Cañueto

Alguna vez me preguntaron en un programa de radio que opinión me merecía la mentira como tal en el ámbito de la pesca, es decir porque se tilda tanto a los pescadores de mentirosos, o bien porque motivo fabulan tanto en el momento de contar una historia de pesca. En aquel momento, sin querer respondí de un modo irónico o gracioso tal vez. Recuerdo haber dicho que el pescador no era ningún mentiroso lo que sucedía era que veía las cosas más grandes en relación a un pez y quizás diferentes en relación a una experiencia de pesca, y esto a mi entender no era lo mismo que mentir.

Esto que paresia sencillo de digerir, en realidad encerraba no juego de palabras, sino más bien una situación que de algún modo se corresponde a un patrón en común entre la comunidad de pescadores deportivos. Claro, no es lo mismo mentir sobre el tamaño de un pez, que verlo mucho más grande de lo que en realidad es, y en este sentido el planteo, en relación a la mentira, sería si el mentiroso da cuenta, de un modo conciente, o no de la mentira o del acto de mentir. Si el mentiroso miente sabiendo que está engañando a su interlocutor, aspecto que encontramos cotidianamente ya sea en un político o en un vendedor de autos, entramos en un terreno de la mentira diferente.

Ahora bien, si el mentiroso actúa de modo tal porque él no sabe que esta mintiendo, no podríamos decir que encajan los dos en la misma categoría. Salvo que haya clases de mentiras, y dentro de las mismas grados de mentiras. Sin ninguna duda estamos hablando de cosas diferentes. A lo mejor se podría decir que hay clases de mentira en relación a los temas tratados y quizás digamos que hay grados de mentira de acuerdo al nivel de complejidad que posea la misma.

Por ejemplo: no es lo mismo que yo diga que me compre unos zapatos rojos, cuando en realidad son verdes (aspecto que no me haría salir a la calle con ninguno de los dos) a que el gobierno me mienta con el presupuesto destinado a la educación. De este modo comenzamos a abordar el tema en cuestión, hay clases de mentiras y grados de mentiras. Ahora bien, si en una comunidad de individuos se encuentra instalada la mentira, y es aceptada de un modo implícito por cada uno de sus miembros, ¿hasta qué punto podemos condenar esa mentira? O bien dicho en otras palabras, ¿existe algo así llamado mentira?

Si David es un pescador deportivo y es mentiroso y narra una historia de pesca a toda una comunidad de pescadores que obviamente son mentirosos, esa historia es verdadera o falsa. Esto parece ser un dilema aparente, por un lado no podemos decir que la historia es verdadera porque David nos está mintiendo y por otra parte tampoco podemos decir que es falsa dado que la mentira es moneda corriente en esa comunidad. Es desde este punto la curiosidad que se presenta en el ámbito de la pesca deportiva.

A los pescadores todos, y en esto obviamente me incluyo, se nos está permitido mentir, además tenemos autoridad para hacerlo, y tenemos autoridad porque la hemos ganado con mucho esfuerzo. Para mentir en este ámbito, no solamente debemos generar un clima adecuado, sino que además debemos hacer extensiva la misma hacia otros sectores que incluyen: tamaño de un pez, resistencia y pelea del mismo, tener un testigo del hecho que se fue a vivir a otro país, haber perdido el video y la foto que registra la situación, poseer un equipo de pesca destruido en tal hazaña, lo que podría ser pasa hilos rotos, punteras de cañas destruidas o bien reels que zafen sus coronas.

En este sentido también podemos encontrar un parentesco con las historias de pesca. Es común escuchar esa idea en que el pez es el único animal sobre la tierra que crece después de muerto, y esto así porque la misma historia del pescador va cambiando día a día hasta constituirse en una leyenda o en un mito. Ese mito, que se configura como tal, pasa a tener existencia propia con el tiempo. Digamos, los antiguos griegos, que creían en muchos dioses habían dado existencia y hasta les temían a los mismos y sin embargo ninguno los había visto y nosotros no nos referimos a ellos como una sociedad de mentirosos, por el contrario es la cuna de la civilización, eso es cultura. Salvando las distancias, cuando digo que la mentira en el ámbito de la pesca se encuentra instalada, también tiene que ver con la cultura, y no como una patología que nos coloca en la posición de mitómanos.

Si la mentira se realiza de un modo conciente, entonces no podría existir el auto engaño. Cuando me refiero al auto engaño estoy haciendo referencia a esas historias de pesca que con el tiempo terminan siendo “ciertas”, es decir aquellas historias que narran los pescadores y que a lo último ellos mismos terminan convenciéndose de algo que nunca fue cierto pero es de su propia creación. En este sentido, el pescador deportivo también es un creativo, no solamente arma sus propios aparejos de pesca, hace sus propios intentos en esta actividad, y se encuentra permanentemente innovando, postura que lo coloca en un verdadero artesano, sino que por sobre todas las cosas es un creador incansable de historias de pesca, esas que trascienden las fronteras de la verdad y la mentira, las historias se componen de mucho más que esto, y todo gracias a su singular forma de percepción….

EDUARDO F. CAÑUETO
GUÍA DE PESCA